domingo, noviembre 28, 2004

Abandonada...

El hombre de mi vida me ha dejado.Después de treinta años de desvelos, de darlo todo por él, de esperarlo despierta cuando salía con los amigotes, se ha ido de casa. Y no es que se haya ido con otra, que eso lo entendería. ¡No! Encima tiene la poca vergüenza de decirme:

- Mamá, es que necesito espacio. Ya soy mayor.

¡Mayor! Pero ¡¡¿dónde va esa criatura con 30 añitos?!!?? Ahora, que yo se lo he dicho, ¿¿eh??

- Parece mentira, dejarme tan pronto, hay que ser mal hijo...
Y me dice:
- Pues Jesucristo se fue de casa con 30.
- ¡Y mira cómo acabó! ¡No llegó a los 34!

En fin... Ya lo voy llevando mejor... Pero el día que se fue, yo creí que me daba algo. El niño allí, recogiendo sus cositas. Cuatro chorradas, porque... ¿Qué se va a llevar el pobre, si no tiene nada suyo? Pues todo lo nuestro. Pero fui yo la que se lo dije:

- Anda, tonto, llévate la tele pequeñita... y la minicadena... y el DVD... y ¡la lavadora! Pero ¡es más bueno! Ahí ya me dijo:
- No, mamá, la lavadora, no... que no tengo ascensor. Ya me la traes tú cuando vengas a verme.

¡Mi niño! Menos mal que no tengo tiempo de pensar en él, porque estoy todo el día ocupadísima haciendo croquetas para mandárselas. Que si no, se pasa la vida llamando a Telepizza. Y cuando estoy liada en la cocina, mi marido viene por detrás, como un niño chico, a robarme las croquetas. Y yo:

- ¡Deja eso ahora mismo! ¡Que son para el niño!
- ¿Y yo qué ceno?
- ¡Pues yo qué sé, coño! ¡Llama a Telepizza!

Pero luego me da pena, el pobre... que, al final, siempre le digo:

-Andaaa... déjalo... Ya llamo yo: ¿margarita o cuatro quesos?

Bueno, y me he comprado un móvil, que puedo hablar con el niño el tiempo que quiera por cinco euros. Eso sí, sólo podemos hablar de ocho a diez, como en la cárcel... Pero, a veces, no aguanto más y lo llamo fuera de horario, a escondidas de mi marido. Que parece que tengo un amante:

- Cariño, te tengo que dejar, que ha llegado papá.

Y cuando mi marido me pilla:

- ¡Ha llamado él, ha llamado él! Venga, rey, anda, no seas bobo... ya te llamo yo luego... Huy... qué mimoso está... Éste en dos días está aquí, ¿eh Manolo?

Pero, por fin, cuando dan las ocho, y ya puedes hablar con él, libremente, de todas vuestras cosas...

- Hola lechoncito, soy mamá... ¿Qué tal el día??
- Bah...
- ¿Qué haces?
- Pssss...
- ¿Has cenado ya??
- Pschá...
- Bueno, no tienes ganas de hablar, ¿¿no??
- Bah...
- Bueno, pues adiós.

¡Manolo, el niño me ha colgado el teléfono!
Y mi marido:
- Cariño, es que te pones muy pesada...
- ¡Ahhhh! ¿Pesada yo? ¡Pesada tu madre, que hay que ir todos los años a ponerle flores!

Al principio no te atreves a tocar nada de su habitación, porque tienes la esperanza de que tu hijo se dé cuenta de que no puede vivir sin ti y vuelva. Pero la semana pasada... abrí los ojos. Le llamo, y me sale una voz de mujer:

- ¿Diga?

Y colgué inmediatamente. Volví a marcar... y ya me sale el niño. Y le digo:

- Oye, ¿quién era ésa? Y él:
- Una amiga
- ¡Ay, menos mal! Creí que era otra madre... Bueno, ¿y qué estáis haciendo?
- Pues nada, comiendo...
- ¡Ah, muy bonito! ¡Yo todo el día encerrada en la cocina para que venga una guarra cualquiera a comerse mis croquetas!
- No, si ella no come, no le gustan...
- Ah, ¿no le gustan? Mírala, qué fina...


Ahí me enfadé tanto que decidí hacerle caso a mi marido y convertir la habitación del niño en el cuarto de la plancha. Y me pongo allí a organizar el altillo... sus libros, sus cómics, sus revistas porno... Y de pronto, me dije: "¿A ver si las va a necesitar?" Claro, porque cualquier pretexto es bueno para ir a ver a tu hijo... Pero, de repente, encontré la excusa perfecta: su ajedrez del centenario del Real Madrid. Con el sacrificio que hizo para reunir las piezas, ¡que estuvo un mes comprando La Razón...! Así que al día siguiente le llevé un peón... Al otro, un alfil... Al otro, una torre... Y él:

- ¿Pero no me puedes traer todas las fichas a la vez? Y yo:
- Ah... es que como te hizo tanta ilusión reunirlas por entregas...

Y mi marido se hace el duro, pero también tiene sus sentimientos, ¿eh? El otro día fui yo quien le pillé a él hablando con el niño fuera de horario, y con una voz de angustia le decía:

- Hijo mío... ¡mándame una croqueta...!

Ahí me di cuenta de que me estoy pasando... Que hay un montón de experiencias nuevas que vivir con mi marido. Así es que voy a empezar a disfrutar de esta segunda luna de miel. Voy a ver si lo animo, y nos vamos juntos a... llevarle la lavadora al niño. Y así el pobre prueba las croquetas, que está tan flaquito que parece que el que se ha independizado es él.


5 comentarios:

Azul... dijo...

Ah nonono, para atajar los posible equívocos, aclaro:

Mis Enanas tienen 12 y 6 años, así que todo parecido
de este Post y en lo que a mi vida se refiere, es
totalmente nulo... pero lo cuelgo para recordarme lo
que no deberé hacer dentro de muuuchos años, cuando
me llegue la hora... y porque me reí mucho cuando me
llegó por correo: hoy no tengo ganas de estar seria,
ni de pensar demasiado...

Azul... dijo...

qué mal redacto cuando lo hago a las carreras!!!!!

cachis!!!!

Pilmaiken dijo...

jajaja, hay madres pegotas que no se dan cuenta que "los hijos son hijos de la vida" y que no son propiedaad privada. Besos ;)

Anónimo dijo...

De madres gallegas y desmadres de carcajadas :)

Querido hijo

Querido Hijo:
Te pongo estas líneas para que sepas que estoy viva. Te escribo despacio porque sé que no puedes leer de prisa. Si recibes esta carta es porque te llegó, si no avísame y te la mando de nuevo. Tu padre leyó que según las encuestas, la mayoría de los accidentes ocurren a 1 kilometro de la casa, así que nos hemos mudado más lejos; no vas a reconocer la casa.

El lugar es lindo; tiene una lavadora; no estoy segura si funciona o no, ayer metí una ropita, bajé la cadena y no he vuelto a ver la ropa desde entonces.

El clima no es tan malo; la semana pasada solo llovió 2 veces; la primera vez por 3 dias y la segunda por 4 dias. La chaqueta que querías, tu tío Pepe djo que si la mandábamos con los botone puestos, pesaría demasiado y el envío sería muy costoso, asi que le quitamos los botones y los pusimos en el bolsillo. Al fin enterramos a tu abuelo; encontramos su cadáver con lo de la mudanza; estaba en el armario desde el día en que nos ganó jugando al escondite. Te cuento que el otro dia, hubo una explosión de la cocina a gas y tu padre y yo salimos disparados por el aire y caímos afuera de la casa; que emoción, era la primera vez que tu Padre y yo salíamos juntos en mucho años. El médico vino a la casa y me puso un tubito de vidrio en la boca y me dijo que no la abriera por 10 minutos; tu padre ofreció comprarle el tubito. Sobre tu Padre, que orgullo, te cuento que tiene un bonito trabajo; tiene cerca de 500 personas debajo de él; él es el que corta la hierba en el cementerio.

Tu hermana Julia, la que se casó con su marido, parió pero como todavía no sé de que sexo es, no te sé decir si eres tío o tía. Si el bebe es una niña, tu hermana va a nombrarla como yo; ella llamará a tu hermana "Mama". Tu padre le preguntó a tu hermana Pilar que si estaba embarazada, ella le dijo que sí, de 5 meses ya; tu padre le preguntó que si ella estaba segura que era de ella.

Tu primo Paco se casó y resulta que le reza todas las noches a la esposa porque es virgen. A quien nunca hemos visto más por acá es al tío Venanzio, el que murió el año pasado. El que nos tiene preocupado es tu perro el puky, se empeña en perseguir a los coches que están parados.

¿Recuerdas a tu amigo Clodomiro? ya no está mas en este mundo; su padre se murió hace 2 meses y pidió ser enterrado en el lago; tu amigo murió cavando la fosa en el fondo del lago.

Perdona la mala letra y las faltas de ortografia, pero me he cansado de escribir y ahora le estoy dictando a tu padre y ya sabes como es de bruto. Muerete, tu hermano Juancho cerró el coche y dejó las llaves adentro, tuvo que ir hasta la casa por el duplicado para poder sacarnos a todos del auto. Tres de tus amigos que andaban en la pick up, se cayeron al rio; el Rafa que estaba manejando se salvó porque logró bajar el vidrio y salir por la ventana; los otros dos se ahogaron porque estaban atrás y no pudieron abrir la portezuela trasera.

Bueno hijo, no te pongo mi dirección en la carta, porque no la sé. Resulta que la última familia de gallegos que vivió por aquí, se llevó los números para no tener que cambiar de domicilio. Si ves a Doña Remedios, dale saludos de mi parte; si no la ves, no le digas nada. Tu madre que te quiere,
Juanita

P.D. Te iba a mandar 100 pesetas, pero ya he cerrado el sobre.


Max

Azul... dijo...

Vaya par de madres... la de las croquetas y
la galleguita... Y bueno, es que cuando los
enanos llegan, no traen instrucciones al dorso,
vieron? =oD Tonces una tiene que hacerle desde
babysitter hasta médico, pasando por las más
variadas e inverosímiles gamas...

Eso sí, cuando te miran con sus ojotes abiertotes
y te dicen, como me dicen a mi las mías:
"mami, te quierito"...
tonces sí, todo vale la pena...