domingo, abril 25, 2004

Exilio...

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Cómo pesa hoy estar tan lejos de lo que me es tan querido y entrañable... no sé bien qué lo ha disparado, pero por una parte, pienso que jamás se me va a pasar esta nostalgia y esta tristeza (la viví con mis padres estando allá y ahora entiendo a la perfección lo que sintieron al estar tan lejos de su Tierra)... por otro, supongo que el hecho de que Alexander estuviera aquí estos tres días, contribuyó a disparar tantos recuerdos de cuando éramos pequeños: los días de colegio y de excursión, la primera salida a una Disco a bailar... cuando me enseñó a bailar salsa, las acampadas a la orilla de la playa en Cata... Qué se yo, cosas que para otros pueden ser fruslerías, pero que para mi son ¡tan entrañables!... lo cierto es que tengo este peso en medio del pecho y las lágrimas a punto de desbordarse en los ojos y no veo bien lo que escribo, ni quiero releerme para que no salten a borbotones, a mojarse en el suicidio...

Ajá... sisisisi... todo y todos me dicen que hice bien en sacar a las nenas y ponerlas a salvo... en ponerme a salvo yo... hasta ahí, todo perfecto... ¿y luego?... ¡¡¡y luego!!! ¿qué se hace con este agujero que duele, que extraña a morir, que se niega a no palpar lo cotidiano?

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