Los que escribimos sin más ínfulas que la catarsis, solemos hacerlo desde el desgarro mejor que desde la alegría. Y aún así, a veces ni con desgarros profundos somos capaces de hilar una frase medianamente potable. Eso es lo que ha ocurrido conmigo, no soy capaz de hilar nada con mensaje, ni siquiera una suerte de relato cronológico de hechos que me permita ordenarme. Aún ahora, mientras escribo, no se si seré capaz de publicar estas líneas y aburrirlos con mi vacío de inspiración.
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¿A dónde nos cabrá tanto como sentimos? ¿Qué sucederá el día que esa burbuja finalmente colme su capacidad y le de por estallar? ¿Me saldrán los sentimientos acumulados como lluvia fina y silenciosa por los ojos, o seré un tsunami? ¿Me florecerán las manos y los pies en una suerte de semillas cultivadas en este tiempo de abstinencia, o me llenaré de cardos y cactus resecos y polvorientos?
A Silvio se le perdió su Unicornio Azul, a mi la inspiración, el norte que me permitía derramar medianamente lo aprendido, lo vivido, en mis cuadernos de recordar... Si alguien los ve, le ruego información...
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1 comentario:
Me alegro de "oír tu voz" otra vez. :-))
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