lunes, octubre 24, 2011

Los adioses...



Llevábamos nueve años en la costa catalana y ya nos íbamos, faltaban dos o tres días para el fin del exilio, cuando la playa amaneció toda cubierta de nieve. El sol encendía la nieve y alzaba, a la orilla de la mar, un gran fuego blanco que hacía llorar los ojos.


Era muy raro que nevara en la playa. Yo nunca lo había visto, y sólo algún viejo vecino del pueblo recordaba algo parecido, de tiempos remotos.


Se veía muy contenta la mar, lamiendo aquel inmenso helado, y esa alegría de la mar y esa blancura radiante fueron mis últimas imágenes de Calella de la Costa.


Yo quise responder a despedida tan bella, pero no se me ocurrió nada. Nada que hacer, nada que decir.

Nunca he sido bueno para los adioses.


Eduardo Galeano



3 comentarios:

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Precioso texto. Una vez viví esa experiencia mística y extraña a la par, nieve y espuma de sal marina revueltas.

Azul... dijo...

No he visto la nieve sobre el mar, pero sí son casi 9 los años de mi exilio....
Gracias por venir, Goathe, lo valoro un mundo :)

Yudith Valles de Perez dijo...

Azul como el mar Azul, bello el fondo de tu blog como tu, besos