La gloria como atavío,
de araguaney, la ternura,
abre un rosal la cintura
y su garganta es un río.
La viste un cielo bravío de
vivo azul transparente.
La mano resplandeciente
de libertarios manojos.
De Catatumbos los ojos,
de Mar Caribe la frente.
La bruma arriba desvela
sus avileños fulgores,
y cinta de tres colores
sobre los rizos le vuela.
Se cubre la piel canela
con fino encaje de brisa.
Su heroica raza mestiza
causa en América asombro.
De cordilleras el hombro,
de frailejón la sonrisa.
De medanales el cuello
y de Amazonas el talle,
la dulce Virgen del Valle
le pone lindo el cabello;
y en luminoso destello,
Delta Amacuro en la mano,
hace que el cielo lejano
sobre el Atlántico vuelva.
Tiene latidos de selva,
tiene pulmones de llano.
El sol lo lleva tatuado
sobre bandera y escudo.
Brasil le tiende el saludo,
Colombia besa el costado.
Alzó la fe del pasado
bajo consignas ductoras;
aman sus tierras sonoras
la libertad y el derecho,
y tiene luz en el pecho
¡condecorado de auroras!
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