sábado, noviembre 26, 2016

Resiste....


Resiste,  como estas flores 
bajo la lluvia helada; 
como estos árboles añosos, 
erguidos y elegantes,  
aunque el otoño los desnude. 
Resiste,  porque no habrá frío para siempre. 
Que el Sol sea tu esperanza. 

lunes, julio 04, 2016

Cristales rotos...

Había decidido volver a creer, darle una oportunidad a su maltrecha fe en los demás. Bajar la barrera, deponer las armas con las que hasta entonces se había defendido del género humano. Las evidencias estaban allí, pero decidió ignorarlas, achacándole a su antigua desconfianza que no se resignaba a perder su lugar de honor y le ponía falsas luces de advertencia, intentando privarla de nuevas posibilidades.

Por eso no lo vio venir. Por eso seguía mirando los cristales rotos con los ojos arrasados por las lágrimas y el corazón tembloroso. Y volvió a escucharse a sí misma repitiendo lo que nunca debió olvidar: la confianza es un cristal frágil e irrecuperable una vez roto, y solo debía ponerla en las manos de aquellos que ya habían demostrado con creces que sabrían sostenerla, sin dejarla caer.

Dio un paso atrás, levantó las barreras y volvió a su vida de siempre. Comprendió que a partir de cierto momento en la vida, ya no había espacio para los que no habían llegado ya.



jueves, noviembre 19, 2015

La certeza...




Entonces lo supo todo. Como balas que rasgan la niebla, la certeza se abrió paso en su ser, la tristeza corrió a ovillarse entre sus costillas y, entre las dos, la dejaron sin aire.

Nada te prepara para la certeza de algo que en el fondo te esperabas, pero en el que aún se mantenía brillando, terca, una llamita de esperanza. La historia se acercaba al fin; ya no podía hacerse la ciega. "Un puente no se sostiene de un solo lado", habría dicho Cortázar y, hasta entonces, solo le había parecido una frase poética.

Como una experta en abandonos, recogió sus pocas pertenencias: la luz que le iluminada el rostro cuando lo miraba, algunos poemas de Juarroz, dos copas de vino y la manta que ahora yacía, fría, frente al hogar apagado. Miró su equipaje: tan liviano, tan inútil. Y sacó de la maleta el Amor. Lo dobló despacito y lo introdujo entre las páginas de un libro que dejó sobre la mesa. A donde iba no le haría falta esa clase de sentimiento. De camino hacia la puerta se volvió, acarició con la mirada cada recuerdo y tiró del cable que apagó toda conexión.

Cerró la puerta despacio. Dejó que  la niebla le calara hasta los huesos y comenzó a caminar hacia el horizonte que no vislumbraba, sin rumbo aparente, sin destino...

viernes, noviembre 01, 2013

Las dietas no sirven pa' ná...

El año pasado, a finales de Septiembre, yo pesaba 98 kilos.

Como a muchos lectores que hayan tenido sobrepeso les sonará,
yo vivía de mal humor, no quería ni salir y muchos menos pensar
 en salir de shopping a comprar ropa ¡ni muerta!

Luego de muchas dietas "milagrosas", que en poco tiempo me hacían
recuperar el doble de peso que había perdido y, llegada a este punto,
dije "¡se acabó!" y no, no comencé una dieta. A partir de Octubre de 2012
cambié mi forma de relacionarme con la comida y un año después,
puedo asegurarles que ha sido la mejor decisión que tomé en la Vida.

No pasé hambre, no la paso ahora que continúo comiendo igual. Primero,
porque veía cómo iba perdiendo casi a diario y después, porque el estómago
volvió a sus proporciones normales y ya no podría meterme un atracón de
comida ni aunque quisiera, sin sentirme físicamente mal.

En mi nuevo modo de comer desde hace un año, no he dejado de comer
ningún alimento, lo cual incluye pan, arroz, pastas, papas fritas (de las de
bolsa que se hacen al horno y sin grasa), galletas, ¡chocolate!

Y aquí les va el "secreto":

Durante todo el día:
Beber agua como si tuvieran una colonia de ranas sedientas
en la panza.

Desayuno:
Una taza nada pequeña de café con leche semidesnatada y edulcorante
(ahora y no siempre, me doy el gusto de ponerle dos cucharaditas
de azúcar y si me lo tomo en algún lugar fuera de casa, siempre azúcar)

Una o dos tostadas de pan del tipo que me provoque, cada una un poco
más pequeñas que una rebanada de pan de molde o sandwich, a la que le pongo
aceite de oliva, matequilla o margarina, según me provoque, con jamón
(normal, serrano, de pavo) y/o queso (cualquier tipo). O simplemente con paté.
Y a veces solo el pan con aceite de oliva o mantequilla.

A media mañana y solo si me da hambre:
Un rollito de jamón de pavo con queso, SIN pan (cuando ya se llega al peso
deseado, se puede poner una ruedita de pan sin remordimientos)
Una fruta o un yogurt (normal o light, da igual)

Almuerzo:
Carne/Pescado/Pollo/Cerdo a la plancha
Una ración de arroz, pasta o papas del tamaño de mi puño
Ensalada con el aderezo que más me guste o vegetales hechos
al vapor

El día que pongo pasta solamente, me como dos puñitos. Uno
primero y luego repito el otro, para que el sargento que tenemos
en la azotea diga "¡Oh! ¿Estoy comiendo pasta y, además repito!",
y le saboteo la ansiedad ;)
¿La salsa para acompañar la pasta? La que tenga ganas: boloñesa,
carbonara, solo tomate, pesto... Y antes de la pasta se vale comer
ensalada :)

A las 5 de la tarde:
Un café con leche o un té verde
Dos, ¡sí, DOS!, galletitas María o... ¡Tachán¡ ¡Dos cuadritos de
chocolate!

Después de las 5 de la tarde:
Nada, pero absolutamente NADA de carbohidratos. A partir
de esta hora las harinas ¡fuera!

Cena:
Aunque no lo crean hay mil posibilidades, incluida la de no cenar
nada, porque ni siquiera te apetece.

Algunos ejemplos de cena:
Una tortilla de dos huevos con jamón y queso y/o cebolla y/o
champiñones o simplemente sola.

Un tomate gordito, en rodajas, con sal y un chorritito de aceite
de oliva y una lata de atún, preferiblemete en agua, bien escurrido.

Una ensalada con lechuga, tomate, sucedáneo de cangrejo, atún,
frutos secos (nueces, avellanas, pistacho, etc), o con una pechuguita
de pollo a la plancha, cortada en tiritas, aliñada como más
se desee.

Dos yogures, vertidos en un tazón, con rodajas de plátano (cambur
en Venezuela), o kiwi, pera o manzana o la combinación de frutas que
más nos guste  e incluso, si no apetece fruta, unos copitos de cereales, tipo
Special K, o frutos secos, o una cuharada de mermelada light.

Si en un fin de semana nos vamos de picoteo con los amigos, sírvanse las tapas
en un plato, para controlar la cantidad de comida. Coman de todo, pero controlando
las cantidades. Se valen un par de cervecitas o de algún cóctel, e incluso un postrecito,
todo sin pasarse, pero de lunes a viernes, ambos incluidos, vuelta al redil de la comida sana :)

Cuando yo me quería quitar un kilo en un día o dos, me cenaba un plátano y
dos rebanas gorditas de queso gouda  ¡Y lo perdía!

No puedo decir que los primeros kilos los perdiera más rápido, porque fue
un proceso paulatino y constate. En diciembre de 2012, ya me había quitado
12 kilos, a finales de enero, 18 kilos. A junio del 2013 ya eran 25 los kilos de
menos y así me mantengo. Haga lo que haga los fines de semana, si gano 300
o 400 gramos, solitos se vuelven a ir durante la semana.

¿Ejercicio?
Sería fabuloso. Yo soy muuuy vaga y lo reconozco, pero como camino
muchísimo, porque esta ciudad es absolutamente paseable y hermosa,
y como, además, bajo por las escaleras (7 pisos) sin usar el ascensor, eso me
compensa, aunque reconozco que si fuera más aeróbica, me iría mejor
aún xD

Ojalá se animen, no se van a arrepentir... y créanme, pasar de una talla 50
a una 40 - 42 ¡es un sueño! Que te sirva la ropa de Zara, H&M, Mango,
Berska es ¡a-l-u-c-i-n-a-n-t-e!

Aquí o por el correo me pueden preguntar si hay dudas, que con todo el
gusto les voy a cotestar.

Y ahora, imágenes para que vean de lo que les hablo




Esta era yo en Octubre 2012, con 98 kilos (mido 1,70m)
Lo crean o no, me costó encontrar una foto donde
apareciera de cuerpo entero, porque le huía a las
cámaras como a la peste.












Esta soy yo en Octubre 2013...
25 kilos menos después, con 73 kilos...

Ya no le huyo a las cámaras, aunque
no sea muy afecta a que me fotografíen,
pero cuando pasa, me gusta lo que veo :)
Por cierto, ese vestido es de Mango,
donde antes no me podía comprar
absolutamente ¡nada!, porque no había
talla elefantito xD

sábado, mayo 18, 2013

Mi alma hambrienta...


Demasiado tiempo estuvo sentada a su mesa mi alma hambrienta: 
no he sido entrenado, como ellos, a cascar el conocimiento como quien casca nueces. 
Amo la libertad y el aire sobre la tierra fresca; prefiero dormir sobre pieles de buey que sobre las dignidades y las respetabilidades de los eruditos. 

Soy demasiado ardiente y estoy demasiado quemado por mis propios pensamientos: con frecuencia me dejan sin respiración. Entonces tengo que salir al aire libre,  lejos de los cuartos llenos de polvo. Ellos, en cambio, se sientan fríamente entre las sombras frías: quieren ser meros espectadores de todo y se cuidan muy bien de sentarse donde el sol queme los escalones. 

El erudito vive cómodamente en sus hipótesis inventadas, en sus conocimientos prestados, 
en su respetabilidad. No anhela experimentar la vida por sí mismo. Le gustan demasiado
la comodidad y la respetabilidad, cosas que para un buscador no significan nada. 

¿Qué puede dar la respetabilidad, el respeto de los ignorantes, de los que no saben nada? 
 Te respetan pensando que eres sabio porque puedes citar las escrituras. 
Pero la idea misma de ser respetado por los ignorantes 
va contra el orgullo de un hombre auténtico. 
Y la comodidad es una muerte lenta. 

Pronto la muerte estará golpeando tu puerta y entonces, ni la comodidad podrá salvarte, 
ni la respetabilidad será un escudo. Lo único que puede salvarte es 
tu propia realización de la verdad, tu propio conocimiento del significado de la vida. 
Pero los eruditos no tienen el coraje suficiente como para abandonar toda co­modidad, 
toda respetabilidad y declarar ante el mundo: 
"No soy un sabio, no todavía. Ahora voy a buscar, y voy a arriesgar todo 
para tener al menos un vis­lumbre de la belleza y el éxtasis de la realidad. 
He vivido demasiado de pala­bras, ahora quiero experiencia real". 

Y la experiencia real no tiene palabras. 
Es un sabor, es una nutrición, te vuelve pleno. 
La palabra "amor" no es amor. 
El amor es una profunda danza de tu corazón, 
 un regocijo de tu alma, un desbordamiento de tu vida, 
un compar­tir con aquellos que están, receptivos y dispuestos. 
Pero la palabra" amor" no tiene nada que ver con esto. 

 Así Hablo Zaratustra
De los Eruditos
Cap III

jueves, mayo 09, 2013

Y también a mi...




Y también a mí, que soy bueno con la vida,
paréceme que quienes más saben de felicidad 
son las mariposas y las burbujas de jabón, 
y todo lo que entre los hombres es de su 
misma especie... 

Friedrich Nietzsche



lunes, mayo 06, 2013

Entonces mis manos...




Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, 
acariciar lentamente la profundidad de tu pelo 
mientras nos besamos como si tuviéramos 
la boca llena de flores o de peces, 
de movimientos vivos, de fragancia oscura. 
Y si nos mordemos el dolor es dulce, 
y si nos ahogamos en un breve y terrible 
absorber simultáneo del aliento, 
esa instantánea muerte es bella. 
 Y hay una sola saliva y 
un solo sabor a fruta madura, 
y yo te siento temblar contra mí 
como una luna en el agua... 

 Julio Cortázar Rayuela , Cap Nº 7

Imagen: "El árbol de la Vida", de
Gustav Klimt


sábado, mayo 04, 2013

Recuérdalo... Recuérdate...

Ésta es una de las cartas finalistas del concurso Cartas de Amor 2013, 
que cada año realiza Mont Blanc en Venezuela...


Para cuando olvides y ya no recuerdes...

Sé que tienes miedo y que no tienes la práctica o la gracia que se requieren para escribirte una carta a ti misma, pero tienes que hacerlo, Corina, tienes que hacerlo hoy que recuerdas, hoy que es aterradoramente obvio que con el paso del tiempo incluso tu reflejo perderá familiaridad.
Es martes 27 de febrero de 2013, tu nombre es Corina y te diagnosticaron Alzheimer hace diez años. Esta es una carta a tu reflejo, un intento desesperado por evitar lo inevitable, por evitar que te borres a ti misma por completo. Cuando mires al espejo te toparás, de buenas a primeras, con unos ojos descaradamente grandes, se los debes a la familia de tu madre. Fueron, siempre, motivo de halagos a los que nunca supiste cómo responder. Encantaron a tu esposo cuando él tenía 16 años y tú 14, cuando aún no sabías bien cómo usarlos. Controlaron a tus hijos, retaron a tus superiores y lloraron de felicidad, frustración y tristeza cada vez que la vida les dio oportunidad. Tu nariz jamás te gustó, eso puedes olvidarlo. Tus labios los mordías para darles color. No eras muy entusiasta con los labiales. Besaron por primera vez a los 13 años y solían ser la parte más expresiva y menos controlable del rostro que ves, tan incontrolable como las palabras que pronunciaban. Fueron muchas, por cierto, era poco lo que dejabas de decir. No por nada te casaste con la única persona que conseguía callarte la boca. Tu cabello significó tu primer campo de batalla, una guerra que sin duda alguna él ganó. Pocas veces te has sentido tan libre como el día en que aceptaste su soberanía y entendiste que estar siempre despeinada no era malo, era divertido, y que una cabellera con personalidad propia era un misterio que te sorprendería cada mañana de tu vida. Tus orejas no te preocuparon hasta que leíste que es de las partes del cuerpo que nunca cesa de crecer. Entonces, sufriste por una Corina anciana y las orejas con las que tendría que lidiar. Supongo que eso ya no será un problema. Por algún razón contaste los lunares de tu cara un día, eran 33, un número manejable que fue creciendo hasta que contarlos se convirtió en una tarea de ocio que no pretendía obtener resultados. Como contar estrellas.
Entrar en detalles sobre tu cuerpo sería extenderme más de lo que me atrevo a esperar que seas capaz de leer. Confórmate con saber que tenías el cuerpo ideal para tu personalidad. Tu carácter no habría sabido qué hacer con más voluptuosidad o menos altura. Lo sentías como un regalo, una facilidad, un dilema menos. Te procuró admiración al igual que respeto y se mantuvo estable a través del tiempo. Todo lo que tu mente no supo hacer. Te gustaban mucho tus manos, abraza ese sentimiento, respíralo, procésalo, antes de que empieces a levantarlas a la altura de tus ojos, a rotarlas de lado a lado como hacía tu abuelo, a mirarlas con extrañeza. Al parecer esperando una razón, algo, lo que sea, que las justifique. Tal cual como un bebé, excepto que tu expresión no se traducirá en curiosidad, sino en incertidumbre y quizá, incluso, en rechazo.
Olvidarás, está claro, escrito, sellado. Los nombres, las calles, los libros. Olvidarás lo que te gustaba y lo que no, olvidarás los quienes, los grandes y los pequeños quienes. Al amor de tu vida, a tu primer gato, el olor de tu padre al abrazarte, pero nada de eso se compara siquiera con la falta de olvidarte a ti. Tú, que ya te habías perdido alguna vez entre obsesiones y melancolías; tú, que contra el mundo lograste recuperarte a ti misma; tú, que dejaste de temerle a casi todo, pero nunca a la posibilidad de perderte nuevamente; tú, estás aquí, hoy, frente al olvido, y a lo único que no me resigno es a que olvides que te amas.
Corina, lo hiciste, conseguiste ser de las pocas personas que después de ver lo más feo de sí misma, se perdonó y se amó profunda y totalmente. De todos tus éxitos, ese es el mayor.
Te amo, te amo.
Recuérdalo.
Recuérdate.

Maura Sulbarán Rivadeiro
27 febrero, 2013