No sé cómo decirte que mi voz te busca 
y la atención comienza a florecer, cuando sucede una noche 
espléndida y colosal. 
No sé qué decir, cuando lejanamente tus muñecas 
se llenan de un brillo luminoso 
y te estremeces como un pensamiento íntimo. Cuando, 
iniciado en el campo, el centeno inmaduro se ondula tocado 
por el presentir de un tiempo distante, 
y en la tierra crecida los hombres entonan una vendimia 
- yo no sé cómo decirte que cientos de ideas, 
dentro de mí, te buscan. 
Cuando las hojas de la melancolía arremeten contra los astros 
al lado del espacio 
y el corazón es una semilla inventada 
en su fondo oscuro y en su huracán diario, 
tú arrebatas los caminos de mi soledad 
como si toda la casa ardiese descansando en la noche. 
- Y entonces no sé qué decir 
junto a la taza de piedra de tu silencio tan joven. 
Cuando los niños despiertan sobrecogidos en la luna 
de donde caen a veces en medio del tiempo 
- no sé cómo decirte que la pureza, 
dentro de mí, te busca. 
Durante la primavera entera aprendo 
los tréboles, el agua sobrenatural, el leve y abstracto 
correr del espacio - 
y pienso que voy a decir algo con sentido, 
pero cuando la sombra cae de la ávida curva 
de mis labios, siento que me faltan 
un girasol, una piedra, un ave - cualquier cosa extraordinaria. 
Porque no sé cómo decirte sin milagros 
que dentro de mí está el sol, el fruto, 
el niño, el agua, el dios, la leche, la madre, 
el amor, 
que te buscan... 
Herberto Hélder 
(Portugal, 1930) 
 
 
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