Querida hija:
Escribir hoy una carta pareciera un anacronismo, dado el cambio tan radical en las comunicaciones; es muy posible que mi generación sea la última en hacerlo.
Deseo y rezo porque estéis bien y que seáis felices. Ser feliz es la responsabilidad de uno mismo, no hay que buscarla fuera de uno, nadie ha nacido para llenar las espectativas de otro, pero a veces las noches nos ciegan para ver las cosas más cercanas y, sin embargo, nos dejan ver las estrellas.
Así suele suceder con las emociones: no dejan ver las soluciones y pasado el tiempo, aparece la luz para observar objetivamente y ver la solución del problema.
Pero la verdad es que de todo hay en la viña del Señor: algunas personas se cristalizan como si fueran minerales y entonces son incapaces de evolucionar y crecer, porque han adquirido una rígida estructura terminal que los incapacita para cambiar. Son todo, menos humanos. ¿No has oido a veces a personas decir "Yo soy así"? Están terminadas, como un plato, una taza, un vaso. Solamente pueden ser eso. Además, juzgan a los que no son como ellos. Como dice Salvador Garmendia: "Sólo un sapo es capaz de percibir la belleza de otro sapo". (No dejes que esto te suceda)
Perdona que esta carta parezca una reflexión o un ensayo.
Dale muchos besos a las niñas y un fuerte abrazo para ti.
Tu padre,
Diego
2 comentarios:
Más te leo y más te quiero, Papi... me parece que estoy sentada en tus rodillas, llegando de trabajar, contándote las cosas de la oficina y escuchando tus consejos...
Cuánto te extraño...
Cuánto te quiero...
Hoy, dos meses después de tu carta, sigo dando
lo que tengo y lo que no, por un abrazo tuyo...
Te extraño, Pá...
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