lunes, marzo 28, 2011

El retorno de los nómades... (14)

El retorno de los Nómades
Lía Schenck




El Amor
Fragmento de Historias de Amor


Ser mujer es parte de la completud del hombre
y viceversa.
En la alquimia del hombre y la mujer
hay polvos de infinito en cantidades
proporcionales a sus completudes.


Una mujer anduvo casi toda la vida
enamorada de un Pierrot y le parecía
verlo en todas partes.
Le parecía verlo en los subtes y en los bares.
A veces salía corriendo de los bares porque le
parecía que Pierrot pasaba caminando por
la vereda con una serpentina violeta en
la solapa.
Después de casi una vida sin encontrarlo, una
noche dejó de buscarlo y se fue a dormir,
sola de soledad,
debajo de una palmera de la rambla.
Allí estaba Pierrot, cazando dátiles con los
ojos abiertos y esperando que ella viniera
para completar la luna llena.


Una vez el amor de dos nómades
duró una lluvia.
Cuando se despidieron, mojados y vivos,
supieron que volverían a amarse
en todas las lluvias por venir
aunque nunca más volvieran
a encontrarse.



 
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lunes, marzo 21, 2011

Dar a luz...

Es necesario mantener
el caos dentro de sí
para dar a luz
una estrella danzante...

Goethe





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lunes, marzo 07, 2011

En cuerpo y Alma...



Vaya por delante que es una historia de amor y como dicen en las películas basada en un hecho real. El, separado y cercano a los cuarenta, se enamoró de ella desde el primer momento, porque sabido es que en estas cosas del querer no existen reglas ni razonamientos lógicos. No llegó jamás a cruzar palabra con ella, hembra de una belleza sobrenatural, mujer casada y de elevada posición social. Tan sólo hubo miradas cómplices, en los distintos actos públicos donde coincidían. Le faltó valor para acercarse. Pero como el amor no tiene fronteras, urdió una estrategia sin par. Averiguó donde vivía y la buscó en la guía de teléfonos. Se armó de valor y con un guión perfectamente meditado y escrito se lanzó a la aventura.

Las primeras veces ella le colgó el aparato pensando en que era un loco más. Pero el insistió. Hasta que en horas bajas, fruto de un matrimonio mal avenido, consiguió hablar con su amada. Leyó en el reverso de su corazón y descubrió que tras aquella mujer elegante y fría, habitaba un ser tierno y sencillo, inteligente y lleno de afecto hacia los demás. La amó por encima de todas las cosas, incluso de sí mismo. La imaginó un millón de veces entre sus brazos. La poseyó una y otra vez, más allá de la frontera que marcan los cuerpos. A través del hilo telefónico vivieron un amor grande y apasionado. El continuaba en el anonimato, sin ser visto, por miedo a ser rechazado. Así continuaron durante un tiempo, pero un día quisieron saber que había más allá del eco de sus voces y desearon tocar el pulcro roce de la piel. Se citaron una tarde de otoño en la casa de él, lejos de ojos conocidos e inquisitoriales. Contó las horas, minutos y segundos, hasta que el timbre de la puerta le estalló en el corazón. Abrió y se encontró con ella. Hola soy yo, Ana. El, sintió morirse, aquella mujer que tenía ante su vista nada tenía que ver con el ser que había imaginado una y otra vez. Un error en el listín telefónico, había cambiado el domicilio seis por el ocho. El destino le abría una interrogante, porque esta vez cuerpo y alma venían por separado.

Artículo de Manuel Mestre Guión
(Realizador de TV)
Diario Córdoba
15/11/2004