El retorno de los Nómades
Lía Schenck
Aclaraciones con esperanzas (Cont.)
En relación a esto, es necesario que los sedentarios estén
atentos al período en que comiencen a desarrollarse las alas.
En esos días y en esas noches, sobre todo en esas noches,
pueden tener sensaciones de vértigo o náuseas o un
incontrolable deseo de llorar arrepentimientos antiguos.
Se recomienda en esos casos, mirar o recordar el vuelo de
los pájaros y hacer de cuenta que los pies se apoyan en las
nubes.
También se recomienda llamar por teléfono o ir a la casa
de algún nómade (no importa si son las tres de la mañana)
para hablar de las cosas que les pasan o para hablar de las
migraciones de las golondrinas o de la alegría de cualquier
gorrión.
Hablar con los nómades acerca de estas cosas produce un
gran alivio en el corazón y en las articulaciones de todo el
cuerpo. Sobre todo, produce un gran alivio en los laterales
de la espalda, en los precisos lugares donde se está
produciendo el nacimiento de las alas.
Además de estas transformaciones básicas, los sedentarios
tendrán que aprender a dejarse sorprender por las lluvias y
no andar siempre pendientes de paraguas. Los nómades
aman la lluvia y se dejan conocer por ella.
Los sedentarios que culminen esas transformaciones serán
bienvenidos en los caminos y en los vuelos de los nómades.
Lamentablemente, algunos se quedan a mitad de camino.
Alcanzan a hacer solamente algunas piruetas caminando
en espiral o con las primeras gotas de lluvia, salen
corriendo en línea recta a buscar un paraguas.
Aunque parezca extraño, podría darse el caso de que
algún nómade decida transformarse en sedentario. Esto
no es común pero si ocurriese, seguramente guardará
las alas en algún estante y saldrá por los asfaltos a caminar
en línea recta.
No se garantiza que este tipo de transformaciones no lo
lleven rápidamente al exterminio.
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