A veces, en el curso de un viaje, se escuchan y se cuentan historias de viajes. Parece que al partir, el recuerdo de viajes anteriores se vuelve más vivo, y también que uno escucha y agradece más las historias que le cuentan, paréntesis de valiosas palabras en el interior del otro paréntesis temporal del viaje. Quien viaja puede permanecer en un silencio que será misterioso para los desconocidos que se fijen en él o ceder sin peligro a la tentación de conversar y de volverse embustero, de mejorar un episodio de su vida al contárselo a alguien a quien no verá nunca más. No ceo que sea verdad eso que dicen, que al viajar uno pueda convertirse en otro: lo que sucede es que uno se aligera de sí mismo, de sus obligaciones y de su pasado, igual que reduce todo lo que posee a las pocas cosas necesarias para su equipaje.
Antonio Muñoz Molina
Sefarad
Fuente aquí
Antonio Muñoz Molina
Sefarad
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2 comentarios:
El otro día este coso no me dejo comentarte, conste. Te decía que me acordaba de los viajes a la Isla de Margarita cada vez que terminábamos los semestres en la universidad. Definitivamente una no se convierte en una falsa, una se aliviana de sí misma.
Rohaihú
Tere
Lindos recuerdos, Mota, a mi me vino a la mente aquel paseo por El Tirano (Isla Margarita, Edo. Nueva Esparta, Venezuela, para los no venezolanos). esa playa blanca, limpia, solitaria, toda para nosotras y los pelícanos... Que nos quiten lo bailao, amiga...
¡Rohaihú!
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