lunes, abril 25, 2011

El retorno de los nómades... (15)

El retorno de los Nómades
Lía Schenck




El Amor
Fragmento de Historias de Amor


Una mujer andaba por los caminos
con la voz del hombre que la amaba
hablándole desde todas las superficies
de la piel.
Todos los otros hombres que pasaban
cerca de ella, le escuchaban la piel
y se enteraban de esos amores
como si escucharan una historia
de amor entre pájaros.


***

Ellos se habían enamorado tan
profundamente que los estremecimientos
de sus amores sobre la tierra, llegaban
a las raíces de los tréboles y los hacían
crecer como las lluvias.



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"El retorno de los nómades", que aparece al pie de esta entrada,
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lunes, abril 18, 2011

El Arbol de los Deseos...

Una vez un hombre indio estaba viajando y entró al Paraíso por error. En el concepto indio del paraíso hay árboles que conceden deseos. Simplemente te sientas bajo uno de estos árboles, deseas cualquier cosa e inmediatamente se cumple, no hay espacio alguno entre el deseo y su cumplimiento.


El hombre estaba cansado, así que se durmió bajo un árbol dador de deseos. Cuando despertó, tenía hambre y dijo: "¡Tengo tanta hambre! Ojalá pudiera tener algo de comida". Inmediatamente apareció la comida de la nada, simplemente flotando en el aire... Tenía tanta hambre que no prestó atención de dónde había venido la comida. Cuando tienes hambre, no estás para filosofías. Inmediatamente empezó a comer ¡la comida estaba tan deliciosa!

Una vez que su hambre estuvo saciada, miró a su alrededor. Ahora que se sentía satisfecho otro pensamiento surgió en él: "¡Si tan solo pudiera beber algo!". De inmediato apareció un vino estupendo...


Mientras bebía este vino tranquilamente y soplaba una suave y fresca brisa, sentado bajo la sombra del árbol, comenzó a preguntarse: "¿Qué está pasando? ¿Estoy soñando o hay fantasmas que están jugándome una broma?".  Y aparecieron fantasmas feroces, horribles, nauseabundos. Comenzó a temblar y pensó: "¡Seguro que me matan!"

Y lo mataron...









lunes, abril 11, 2011

La cultura del terror...

Pedro Algorta, abogado, me mostró el gordo expediente
del asesinato de dos mujeres. El doble crimen había sido
a cuchillo, a fines de 1982, en un suburbio de Montevideo.

La acusada, Alma Di Agosto, había confesado. Llevaba
presa más de un año; y parecía condenada a pudrirse de
por vida en la cárcel.Según es costumbre, los policías la
habían violado y la habían torturado. Al cabo de un mes
de continuas palizas, le habían arrancado varias confesiones.


Las confesiones de Alma Di Agosto no se parecían mucho
entre sí, como si ella hubiera cometido el asesinato de muy
diversas maneras. En cada confesión había personajes
diferentes, pintorescos fantasmas sin nombre ni domicilio,
porque la picana eléctrica convierte a cualquiera en fecundo
novelista; y en todos los casos la autora demostraba tener la
agilidad de una atleta olímpica, los músculos de una
fuerzuda de feria y la destreza de una matadora profesional.

Pero lo que más sorprendía era el lujo de detalles:
en cada confesión, la acusada describía con precisión
milimétrica ropas, gestos, escenarios, situaciones, objetos...


Alma Di Agosto era ciega.


Sus vecinos, que la conocían y la querían, estaban convencidos
de que ella era culpable:
--¿Por qué? --preguntó el abogado.
--Porque lo dicen los diarios.
--Pero los diarios mienten --dijo el abogado.
--Es que también lo dice la radio --explicaron los vecinos
-- ¡Y la tele!


Eduardo Galeano
"El libro de los abrazos"
Siglo XXI, 1989






lunes, abril 04, 2011

¿Qué es la verdad?

El día 30 de enero de 2001 leí la siguiente noticia en el diario español “La Vanguardia”:


¿Cuál es la verdad? El presidente del tribunal, Josep Maria Pijoan, debería averiguar cuál de las versiones de estupro ofrecidas por la víctima, la niña J. de 11 años de edad, era la más próxima a la realidad. Los abogados que asistían al interrogatorio no confiaban en que ella consiguiera evitar las contradicciones en su declaración.


En cierto momento, el juez le hizo una pregunta de carácter casi filosófico:
- ¿Qué es la verdad? ¿Es aquello que te imaginas o lo que te pidieron que me contaras?


La niña se detuvo un momento, pero enseguida respondió:
- La verdad es el daño que me hicieron...




Paulo Coelho