miércoles, mayo 27, 2009

Vivir es un tejer juntos...

Juan le pide a Matilde que le enseñe a tejer.
- ¿A tejer?
- Sí, a tejer.

- El secreto del tejido está en la mano del tejedor, así como el secreto de la cocina está en la mano del cocinero.

Ella entonces tomó una aguja y le mostró el enhebrar los puntos.

- Te enseñaré a tejer el punto arroz... Tenés que hacer así, con la otra aguja tomas el punto por abajo y pasas la lana por arriba y así uno abajo, otro arriba, hasta terminar la vuelta. En la próxima vuelta donde pasaste la aguja por abajo, ahora por arriba y donde pasaste la lana por arriba, ahora por abajo, un punto tras otro punto, hasta terminar la vuelta.



Matilde, con sus manos habilidosas y justas completó sus dos vueltas y le entregó a Juan el tejido. Éste, inseguro, entreteje sus primeros puntos, trabajosamente y con la propia inhabilidad del novato completa sus dos vueltas y se lo entrega a su esposa.



-En el tejido, siempre la mejor vuelta, el mejor punto es el que se está haciendo- pronostica mientras hace sus dos vueltas, que al terminar le ofrece a Juan. Y así dos vueltas cada uno van armando la tela. En el tejido se notan las diferencias. Las dos vueltas de Matilde ajustadas, constantes, prolijas, las dos de Juan imprecisas y flojas. El hilado muestra las dos distintas manos, rayado horizontalmente por las diferencias.



Y así siguen tejiendo. Cada vez más preciso uno y otro; al cabo de un tiempo, las experiencias mutuas, los ajustes se ven reflejados en lo hecho. Ambos haciéndose responsables de su propio tejido, en la trama que les pertenece.



Con el devenir, un día, Ignacio su hijo de siete años, le pregunta:
-¿Pá, qué es la vida?


El lo miró a los ojos, le puso suavemente su mano en el hombro y le contestó:
-Hijo mío, vivir es un tejer juntos.

Yuri Tabak
(argentino y amigo querido)


lunes, mayo 18, 2009

Hasta siempre, Don Mario...

Desde Arriba...

Trepo por la escalera
peldaño tras destino
destino tras peldaño

asciendo lentamente
dosificando alarmas
midiéndome los vértigos

del mal de las alturas
todos saben ...... nadie habla
del bien de las alturas

desde aquí puedo ver
los prados y las calvas
las olas y los pésames

veletas y lealtades
gárgolas y dobleces
las libres azoteas

escalo por la escala
de servicio o de urgencia
de incendio o de socorro

peldaño tras destino
destino tras peldaño
inexorablemente

abajo hay miles de ojos
que contemplan e ignoran
cuándo cómo ni dónde

termina la escalera
y acaba mi avidez
o empieza mi agonía

Mario Benedetti

Inventario Dos

miércoles, mayo 13, 2009

De los Amores Negados...

Era el mes de los vientos y en Garmendia del Viento ya sabían lo que era. Llovería a cántaros. Lloverían hasta novios, le decía su mamá cuando era niña, y Fiamma se lo creía y miraba al cielo, imaginando cientos de chicos que caían desde arriba con los brazos abiertos, volando como gaviotas inciertas desconocedoras inocentes de su destino. Pensaba que debía existir un chico para cada chica, y el de ella tendría que ser el mejor. ¡Qué ingenuidad tan bella la del niño! Ahora le gustaría volver a creer. Sabía que cada vez creía menos. Tantas historias vividas a través de sus pacientes le estaban endureciendo el corazón... le habían ido matando los sentires. ¿Cuánto tiempo hacía que ella no sentía? Las lágrimas se le habían ido secando, y no había cosa peor que perder las lágrimas; porque las lágrimas lavan; porque cuando se pierden las lágrimas se va perdiendo la tristeza, y al perder la tristeza se pierde el camino que lleva a la alegría, a la dicha de saberse vivo y vivido.





Ángela Becerra
"De los amores negados"
Premio Latin Literary Award 2004
de la Feria del Libro de Chicago

miércoles, mayo 06, 2009

Retazos de una vida que se fue...

Yo suelo escribir(me) mucho. Cuando me ahogo, cuando estoy feliz, cuando tengo dolores profundos o cuando mi alma sana, yo escribo. No tengo un diario convencional, aunque sí exista un cuaderno que contiene pedacitos de mi alma.

Hoy entré a mi primera cuenta de correo que no está muy operativa, pero no la quiero perder por motivos más sentimentales que prácticos. Revisé los correos, limpié la paepelera, vacié el spam... y vi que tenía seis borradores en la bandeja. Tenía varias cosas que me habían gustado para reenviar alguna vez y, sorpresivamente, tenía uno de esos escritos que me sirven para vaciar el alma, para recordarme, transcurrido el tiempo, cómo me sentía y cómo veía las cosas... Ese retazo lo escribí faltando pocos días para abandonar mi país, cuando ni yo misma lo sabía, porque se suponía que saldría por tan solo 10 días. En ese momento estábamos aún en la huelga general que convocamos en el sector petrolero y al que se unió todo el país y, bueno, quise compartirlo con Uds. hoy, porque me removió muchas cosas por dentro y, sobre todo, me recordó que debo valorar mi día a día, el ahora que siempre solemos repudiar, soñando con mañanas mejores...

La foto es mi casa de Caracas, antes de salir a la marcha (manifestación) del 10/10/2002, una de las muchísimas en las que participé...





Un día...

La vida de siempre...

Las madrugadas, el tráfico, el tedio de la jornada laboral... interminables horas de oficina... el desespero por terminar...más tráfico al regreso... la corrección de las tareas del colegio de las nenas... la hora de la cena, del baño... la locura de la hora de llevarlas a dormir...


Un día despiertas y no hay nada... solo madrugadas llenas de insomnio... no hay tráfico porque no hay gasolina... no hay jornada laboral porque tu país se niega a hipotecar tu libertad... no hay anhelo porque el reloj marque las 6 para regresar a casa, ni tráfico, ni tareas que corregir...

Los días se vuelven interminables... de pronto la agenda presenta 24 horas de incertidumbre... esperar la tarde para saber a dónde habrá que marchar al día siguiente, las llamadas para avisar que quizás tal Estación tendrá gasolina mañana... o en qué lugar se consiguen leche, harina o tal medicamento... Todo esto salpicado de bombas lacrimógenas, disparos y gritos... impunidad, estado de excepción y burlas...


Y sin embargo, sigues... y vas a las marchas, gritas consignas... la multitud te oxigena y te alimenta la esperanza... afianza la certeza de que la dignidad y la libertad no se negocian... que si nos mantenemos firmes y unidos, no habrá nada en la Tierra que nos pueda detener: ni la tiranía del verdugo... ni la indiferencia internacional por lo que le sucede al vecino...

Solo al amanecer te detienes y añoras... las madrugadas, el tráfico, la oficina, su estrés, las tareas, la cena y la locura de la hora de dormir... entonces comprendes cuán hermosa era tu vida entonces... y sabes que cuando regrese, tú nunca serás la misma de antes...

Mary Carmen
Caracas, 21/Enero/2003