sábado, septiembre 30, 2006

Elogio a la lentitud...


Piense en ello por un momento: hágalo todo más rápido. ¿Tiene realmente sentido leer a Proust aplicando las técnicas de la lectura rápida, hacer el amor en la mitad de tiempo o cocinar todas las comidas en el microondas? La respuesta es sin duda negativa, pero el hecho de que alguien haya podido escribir las palabras «hágalo todo más rápido» subraya hasta qué punto hemos descarrilado y con qué urgencia debemos replantearnos todo nuestro estilo de vida.

Carl Honoré
Elogio de la lentitud

jueves, septiembre 28, 2006

Needs...

Hay días que son lindos, brillantes,
fragantes. Días redonditos, donde
todo es perfectico, donde no sobra
nada y casi-casi no hace falta nada
más... ¿Alguien tiene uno así? Lo
necesito urgentemente-mente






La laptop aún en la UCI, a ver
si la semana que viene la tengo
arreglada y vuelvo a darles
la lata por aquí...
(toy en la ofi...
¡como me pillen!)

lunes, septiembre 18, 2006

Tech problems...

Antes de que los protestones comiencen con
sus letanías (quien lo pille pa'él =oP), aviso que
mi laptop tiene un virus fastidiosito, lo cual
hace que conectarme sea un martirio CASI
como el desgobierno del innombrable, así que
por los momentos, estas Azules páginas estarán
un poco paraditas, esperemos que pueda
solucionarlo más pronto que tarde...

¡Se les quiere y se les extraña!

domingo, septiembre 10, 2006

Posiciones...

Hay quienes dicen que hacerlo de pie fortalece la columna
Boca abajo, estimula la circulación de la sangre
Boca arriba es más placentero
Hacerlo solo es rico, pero egoísta
En grupo puede ser divertido,
En el baño es muy digestivo,
En el auto puede ser peligroso...
Hacerlo con frecuencia desarrolla la imaginación

Entre dos enriquece el conocimiento
De rodillas resulta doloroso,
Sobre la mesa, sobre el escritorio, antes de comer
o de sobremesa, sobre la cama o en la hamaca,
desnudos o vestidos, sobre el césped o la alfombra,
con música o en silencio, entre sábanas o en el closet...
Hacerlo siempre es un acto de amor


No importa la edad,
ni la raza,
ni el credo,
ni el sexo,
ni la posición...

Leer... leer es un placer, ¡siempre!



sábado, septiembre 09, 2006

Ya lo sé...


Al lector se le llenaron de pronto los ojos de lágrimas, y una voz cariñosa le susurró al oído:

-¿Por qué lloras, si todo en ese libro es de mentira?

Y él respondió:

- Lo sé; pero lo que yo siento es de verdad.

Ángel González
101+19=120 poemas

viernes, septiembre 08, 2006

Ninguna eternidad como la mía...

- ¿Adónde te vas cuando bailas como si te perdieras? -le preguntó Corzas a las tres de la mañana del sábado.
- A la gloria -dijo Isabel evocadora.
- ¿Y qué tienes conmigo?
-
Todo.
- Qué terca eres, Isabel -dijo Corzas-.
Déjame ir. Sálvate de mi.
- Métete aquí y no molestes -dijo Isabel llamándolo a la cama. Habían bebido de más y de más también se quisieron esa noche. Cuando por fin el cansancio los adormeció a uno en el otro, un gallo de pueblo cantó en mitad de la ciudad y los pájaros empezaron su alboroto como si nada.

Isabel despertó por ahí de las doce con el sol picándole los ojos. Encontró vacío el otro lado de la cama. Se acurrucó diciéndose que Corzas había bajado a la calle por el periódico. Pero tras media hora de espera, un susto le picó el ceño. Se levantó de un salto y caminó hacia la mesa en que Corzas acostumbraba pasar horas leyendo. Le soprendió un orden que no había el día anterior. No estaba el tiradero de libros y cuadernos de Corzas. En su lugar sólo había una caja de madera de olinalá. Isabel la abrió con más curiosidad que aprensión. Dentro encontró un pañuelo de colores que le habían comprado a una gitana el día que les predijo largos años de amor y felicidad, dos servilletas en las que Corzas le había escrito poemas, el programa del concierto en que estuvieron el viernes, un pedazo de pared desprendido del muro de una capilla colonial cuando se besaban recargándose en él, dos caramelos. Y una carta de Corzas pidiéndole perdón por irse sin ella.

Isabel la leyó sin llorar una lágrima. Luego, se lavó la cara. Peinó sus cabellos en desorden, cargó la caja y salió del cuarto como quien deja el cielo.

Llegó a la casa de Prudencia Migoya por ahí a las tres de la tarde y la encontró comiendo a solas en una mesa con platos y cubiertos para una persona más.

- ¿Esperas a alguien? -le preguntó Isabel.
- A ti, mi diablo -dijo ella con una sonrisa grande como una beneficencia pública.
- Podría yo suicidarme.
- Si ese final merece tu historia -contestó Prudencia Migoya.
- ¿Y cuál otro? -preguntó Isabel, dejando que unas lágrimas gordas le cruzaran la cara.
- Yo diría que quien ha merecido la dicha puede soportar la desgracia, y que toda emoción santifica.
- Yo no quiero santificarme -dijo Isabel derrotada.
-
Pero quisiste el cielo. No hay cielo eterno. Ahora tienes que soportar el desfalco de perderlo. Pero la tierra también tiene sus encantos. Te voy a dar una probadita de alguno.

Prudencia Migoya se levantó a calentar una sopa de hongos y flores de calabaza. La puso frente al duelo de Isabel con una cesta de tortillas y un cazo de salsa verde.

-
No llores y come un poco. No voy a dejar que te suicides de hambre. Te queda mucho por vivir.
- Tengo ganas de morirme -dijo Isabel empujando la sopa.
- Con que tengas ganas de algo -le contestó Prudencia acercándole la cuchara a los labios.

Isabel probó un poco de caldo y luego volvió a llorar durante los dos meses que siguieron a esa tarde. Lloraba camino a las clases y llorando bailaba todas las horas de su rutina diaria. Llorando comía uno que otro bocado de los muchos que Prudencia Migoya le acercó a la boca, llorando se iba a dormir y dormida soñó que lloraba.

- Mientras baile así, aunque llore -dijo Madame Giron, sin mostrar piedad.

Prudencia en cambio la consentía hasta llegar al extremo de cantarle en las noches para que se durmiera.

- No hay como un arcoiris cuando llueve -dijo una tarde abrazándola. Luego empezó a planear una excursión hasta el pueblo de Amecameca en las faldas de los volcanes.

Isabel fue con ella como iba a todas partes, sonámbula y hermosa, llorando.

- Parecen eternos -dijo tras una hora de contemplar los volcanes en silencio.
- Son lo más cercano a la eternidad que conocemos -dijo Prudencia -. Ni tus lágrimas van a durar tanto.
- Ni mis lágrimas -aceptó Isabel. Había dejado de llorar hacía una hora -.
Espero que ningún desamor sea tan largo. Pero mi breve paso por el cielo, ese sí duró tantísimo. Tengo a estos volcanes de testigos. Ninguna eternidad como la mía.


Angeles Mastreta
"Ninguna eternidad como la mía"

jueves, septiembre 07, 2006

Ligeros de equipaje...

A veces, en el curso de un viaje, se escuchan y se cuentan historias de viajes. Parece que al partir, el recuerdo de viajes anteriores se vuelve más vivo, y también que uno escucha y agradece más las historias que le cuentan, paréntesis de valiosas palabras en el interior del otro paréntesis temporal del viaje. Quien viaja puede permanecer en un silencio que será misterioso para los desconocidos que se fijen en él o ceder sin peligro a la tentación de conversar y de volverse embustero, de mejorar un episodio de su vida al contárselo a alguien a quien no verá nunca más. No ceo que sea verdad eso que dicen, que al viajar uno pueda convertirse en otro: lo que sucede es que uno se aligera de sí mismo, de sus obligaciones y de su pasado, igual que reduce todo lo que posee a las pocas cosas necesarias para su equipaje.

Antonio Muñoz Molina
Sefarad

Fuente aquí

lunes, septiembre 04, 2006

Re-pasando...

Estas líneas forman parte de un correo que le escribí a una persona que quiero con todísima mi alma, y que hoy me reenvió, diciéndome lo bien que le había hecho volver a releerlo... El no sabe el bien que me ha hecho a mi permitiéndome volver a leerlo... Por supuesto, he omitido las refrencias personalísimas del correo, pero he conservado su esencia, ésa que me ha hecho querer compartirla con Uds...



Igual que no hay dos atardeceres iguales,
no somos los mismos de un minuto al siguiente...
por no ser, ni siquiera somos la misma persona
que en el pasado se equivocó... o acertó...
La esencia permanece, pero también muta...
se aviva o decrece, según el trabajo interior
que hagamos a diario,
cada segundo de nuestras vidas...

... recuerda que no somos producto de nuestras habilidades,
sino de nuestras elecciones... y somos tan benditos,
corazón, que hasta senos permite corregir si erramos,
aunque esté claro que nada detendrá las consecuencias
de nuestros actos, pero estando conscientes de ello,
sabremos que nada dura para siempre, ni aún lo hermoso,
porque somos tan especiales que hasta de los
atardeceres nos aburriríamos si sucediesen
cada vez que los deseamos... después de la tormenta,
siempre sale el Sol... y aún con la tormenta,
recuerda al sol que permanece...

Ve... y sé tú... escucha a tu corazón... lo que realmente te dice,
no lo que tú desearías que dijera... para eso, no hay otra forma
que aquietando el interior...

Yo también ando en las mismas... más lenta, porque tantas pérdidas
juntas me desencadenaron un miedo a creer en lo estable,
que aún tengo que superar, pero voy poco a poco
volviendo, atreviéndome a hacer planes aunque sea
de un día para otro... al menos no me paralicé y
lo que tanto aboné dentro de mi, me ha
estado sosteniendo... Estaré mejor y mejor cada día,
eso ni dudarlo, porque el fracaso no es ni
siquiera una opción para mi =o)

Te quiero, Enano...

Azu

Valga la acotación de que, el "Enano" mide aprox 1.98 m y tiene los ojos más verdes, transparentes y expresivos de todo el territorio mexicano =o)